Bonhomía quiere poner de relieve que las condiciones de precariedad de las empleadas del hogar, especialmente las que viven en las propias viviendas en las que trabajan, se han agravado con la crisis del coronavirus.
Muchas empleadas han sido despedidas al contraer el virus, hay quienes han sido culpadas de contagiar a las familias para las que trabajaban y existen numerosos casos de empleadas que están teniendo que desarrollar su labor profesional para familias con covid sin las medidas de prevención necesarias para protegerse del contagio.
Junto a los casos de las empleadas que trabajan por horas se encuentran también las internas. Bonhomía asegura que estas presentan dos realidades: una, la de aquellas que han perdido el empleo y se han quedado sin tener a dónde ir y la otra, la de quienes por el contrario permanecen confinadas en su lugar de trabajo, esclavizadas 24 horas al día por el mismo salario y bajo la amenaza de despido si salen del domicilio.
Muchas tienen que cuidar a sus propios/as hijos/as que están sin escuela o a familiares enfermos/as y al mismo tiempo atender a las familias para las que trabajan, siendo la posibilidad de reducir o flexibilizar jornada o acogerse a permisos algo casi utópico para ellas.
Al pésimo contexto anterior de este colectivo se suma ahora la crisis del coronavirus y además, a la precariedad que sufren muchas empleadas dadas de alta, se añade la de la multitud que no tienen regularizada su situación y que por lo tanto no puede acceder a ninguna ayuda ya que forman parte de la economía sumergida.
Las empleadas de hogar, junto con las Auxiliares de Ayuda a Domicilio, son las que han estado en primera línea cuidando a nuestros/as mayores durante los últimos 15 años en este país y siempre han sido el sector olvidado de España. En época de Covid, nada ha cambiado.